Bienvenidos al Diario del Valle

SEARCH

sábado, 16 de septiembre de 2017

EL PARQUE MARÍTIMO PORTUENSE

Agustín Armas Hernández

Según cierto popular adagio: <<Un pueblo feliz no tiene historia». Pero en estos días, trombas de agua, corrimientos de tierras, seísmos y terremotos, son noticias muy frecuentes que los medios de comunicación, entre otras buenas, nos imparten. Pocos días, o ninguno, se libran de una u otra calamidad, y estas negras noticias son al mismo tiempo ocasión de que aprendamos más geografía, algo sin duda provechoso.

Que Dios aparte estos azotes de nuestras pequeñas islas; pero no ignoramos que nuestros marinos y pescadores han tenido que enfrentarse, desde hace tiempo, con las olas del mar bravío. Este océano tenebroso, que hasta Cristóbal Colón no se atrevía a cruzar.

Al presente, se va construyendo en la ciudad turística un parque marítimo, cosa que no podían imaginar nuestros pobres y sacrificados pescadores de antaño. Es archiconocido que este Puerto de la Cruz ha tenido como siempre cierto atractivo y especial encanto.

Quien lo visita —turista extranjero, peninsular o isleños—queda casi siempre impresionado por ese embrujo o sutil hechizo, que lo hace inolvidable. Sabemos que don Agustín Álvarez Rixo, y otras hábiles plumas describieron la historia de este pueblo, sus personajes y avatares. Podemos decir que, antes de las modernas construcciones, cada rincón de esta población tenía su particular encanto. El muelle portuense fue en otros tiempos —desde que desapareció, en 1706 el de Garachico por erupción volcánica— uno de los más importantes del Archipiélago. Su momento álgido, el de más movimiento, fue desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX. Desde entonces aún siguió teniendo cierta importancia hasta la tercera década del siglo XX. El muelle se construyó pequeño y donde actualmente está ubicado, pues, aunque el sitio fuese estrecho, era, no obstante, el más apropiado. El mar embravecido en esta costa y los escasos medios técnicos y económicos no permitían otra cosa.


Puesto que no podían atracar los grandes navíos, el enlace con tierra se hacía por medio de grandes lanchones.

Según avanzaban las técnicas en los medios de transporte y se construían las asfaltadas carreteras, fue perdiendo protagonismo el pequeño puerto portuense. Todo el tráfico marítimo pasó a Santa Cruz que se convirtió en el puerto indiscutible de toda la isla.


Desde niño comencé a pensar que éste, mi pueblo, era un lugar privilegiado, donde Dios había derramado sus bendiciones. Comprendo que ahora quizás no las merezcamos por nuestra conducta, pero siempre podemos arrepentirnos y volver a las sanas costumbres de nuestros antepasados. Desaparecieron los extensos platanales que rodeaban al pueblo con su exuberante verdor; pero los soberbios edificios hoteleros han traído la riqueza a la población y a todo el valle de La Orotava. El Ayuntamiento está, con generosas expensas, y muchos sacrificios va llevando a cabo el parque marítimo. Que, aunque tarda mucho en comenzar, esperamos sea otro atractivo turístico, que embellezca la ciudad y atraiga más numerosos visitantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario