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sábado, 16 de septiembre de 2017

DOS CONCEJALES MUY CAPACES Y UN NIÑO CAPRICHOSO

Lorenzo de Ara

 Un alcalde, por muy buen alcalde que sea, si no tiene gente preparada y trabajadora a su lado, pasará a la historia como un alcalde más, un hombrecillo sin éxito en la política y sin apenas contacto con el pueblo.

Muchas veces ha sucedido como cuento. Personas muy preparadas que se rodearon de mediocres, parásitos y estómagos agradecidos para hacer municipalismo. Creyeron que se bastaban para sacar adelante el municipio. Fracasaron. Estrepitosamente.

Ni siquiera tienen un rincón sucio y maloliente en la historia de la política local.

Ha habido alcaldes que se pavoneaban con su estúpida y versallesca oratoria de palacio en ruinas. Al primer grito del funcionario jefe se escondían bajo la mesa del despacho. ¡Cagalera!

En el presente, pese al disgusto que pueda llevarse la oposición, el alcalde del que hablo, pero al que no cito, ha tenido el acierto de rodearse de personas (no todas) que están capacitadas para hacer un gran trabajo. Si las dejan.

Hay dos concejales en el partido de ese alcalde que se han ganado la fama de ser austeros, fríos, calculadores, capaces de decir no, cuando decir sí sería un verdadero suicidio para la institución a la que representan.

Pues bien, a esos dos concejales, que a veces aciertan y otras veces se equivocan, yo les animo a que no cambien. Que tengan muy presente al vecino, al trabajador, y que no olviden una cosa: hacer política en el siglo XXI es mucho más que una cara bonita, ya sea usted hombre o mujer.

Y a ese alcalde, por Dios, que demuestre a los ciudadanos de una vez por todas que tiene sangre en las venas. La sangre en política es igual de importante, por lo menos, que la aureola de santo varón.

P.D. El periodista no pide permiso al niño para hablar con autoridades. El profesional de la comunicación no pide el plácet del niño para monitorizar la charla con la autoridad local. Este portuense, en su quehacer profesional, (casi 30 años) se toma a risa muchas cosas, una de las cuales pudiera ser la exigencia caprichosa del niño.

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