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sábado, 29 de abril de 2017

LO QUE LE FALTA Al PUERTO DE LA CRUZ COMO CIUDAD TURÍSTICA

Agustín Armas Hernández

Nadie pone en duda que en la actualidad Puerto de la Cruz es una gran ciudad. No solamente que lo es, sino que, además, es una de las más importantes de cuantas se asientan sobre estos peñascos volcánicos otrora afortunadas Islas Canarias. Admirada y también envidiada por su belleza y benigno clima. Ha sido y seguirá siendo, a pesar de algunos, la más importante y veterana en cuanto al turismo se refiere. Su encanto y solera son indiscutibles e indestructibles.

Ha pasado, en pocos años, de pueblo pequeño, pintoresco y recoleto (de siempre culto) a gran Ciudad Turística de Canarias. Perla valiosa, orgullo de tinerfeños y canarios, en general. En la actualidad, posee variedad de instalaciones que hacen cómoda y agradable la estancia de lugareños y de cuantas personas la visitan. ¿Entonces qué le falta a Puerto de la Cruz como gran Ciudad Turística? Sí que le faltan algunas cosas importantes para su total plenitud como metrópoli turística y para plena satisfacción de sus ciudadanos; por lo menos cuatro que completarían su total atractivo. Helos a continuación: el anhelado muelle deportivo-comercial, un teatro, un campo de golf y la desaparecida sociedad cultural y recreativa.

De estas cuatro instituciones, una en proyecto, la más que urge, sin quitársela a las restantes, es la última mencionada, o sea, la sociedad.


Desde que se cerrara, por desahucio, en 1957 la recordada Sociedad Iriarte, los ciudadanos de Puerto de la Cruz hemos quedado huérfanos, desorientados. No tenemos dónde reunirnos en amena tertulia, ¡queremos nuestra Sociedad!, pues deseamos expresarnos en ciencias y arte, en política, religión, poesía, pintura, medicina, etc. Y, también, como es lógico, sobre los avatares de nuestro lar patrio. El más humilde de los pueblos tiene sociedad o lugar donde reunirse al final de la jornada diaria. Más Puerto de la Cruz no la tiene. Es por ello que hacemos un llamamiento a nuestros dirigentes políticos, tanto de Puerto de la Cruz como del Gobierno de Canarias, para que hagan lo que esté en sus manos y en breve plazo de tiempo volvamos a tener nuestra Sociedad Iriarte. Deprime, cuando paseamos por las calles del Puerto y leemos: Club Inglés, Casa Sueca, Alemana, hindú, etc. Y nosotros nos preguntamos: ¿cuándo y dónde nos reuniremos los portuenses? Prosigamos. El Cabildo de Tenerife ha adquirido la histórica Casa de la Real Aduana de Puerto de la Cruz. Esta importante Casona que data del siglo XVII (concretamente de 1620) fue sede del Almojarifazgo y Real Aduana de Tenerife. Está construida dentro de la antigua batería de Santa Bárbara, situada en el lugar más bello y emblemático de la Ciudad Turística, lindando con el mar. Rezuma salitre y brea. De antaño relacionada con el mar y el comercio y, de siempre, unión umbilical de la Plaza del Charco. Por estos hechos, y último motivo, se hace el lugar idóneo para instalar un centro de cultura y recreo. ¿Sería compatible lo que se piense instalar en la Casa de la Aduana con la ubicación de la Sociedad Iriarte? Ahí queda la pregunta. Mi amigo Antonio Tejera Reyes expresó muy bien en su artículo «La casa de la aduana», aparecido en este mismo rotativo EL DIA, lo interesante de esta casona y la alegría que daría a los ciudadanos portuenses si allí se instalara nuestra añorada y ansiada Sociedad Iriarte. ¡Que así sea!.



Aclaración: este escrito fue publicado por el periódico El DÍA el Sábado 1 de Agosto de 1998.

Como vemos, han pasado algunos años desde entonces. El Puerto de la Cruz, como es natural sigue en el mismo sitio no se ha movido, pero de lo que solicitamos en aquel tiempo, nada de nada. Exceptuando que, la Casa de la Real Aduana se ha convertido en un lugar para la cultura de la Ciudad Turística de Canarias. Se ha instalado allí el Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl, (MACEW). Centro que lleva muy acertadamente su director D. Celestino Hernández Sánchez, Historiador de Arte. Un aplauso para los que consiguieron que este edificio emblemático portuense, se convirtiera en lugar de encuentros y de cultura.  Variedad de eventos se celebran en esta vetusta e interesante casona lindante con el muelle pesquero. Y que, desde su construcción la refresca el cercano mar bravío del norte de Tenerife.



Algo es algo, se ha dado el primer paso. ¡A por el resto! ¿Lo lograremos algún día? ¡Claro que sí!

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